Algunas ventajas estratégicas indiscutibles en las organizaciones actualmente son su capacidad de adaptación al cambio, la flexibilidad y resiliencia. Todas estas capacidades aumentan en un ambiente abierto y positivo, aunque paradójicamente el “pensamiento positivo” por décadas no es algo muy bien visto en las organizaciones. Ser “positivo” en las organizaciones muchas veces es interpretado como algo “negativo”, superfluo, incluso indeseable, más aún si estamos orientados a resultados alineados al negocio, pues “no hay tiempo de ser amables”, permisivos o tolerantes, afirman algunos.

Ser positivo no es sinónimo de ser conformista o tolerante con el trabajo mediocre, sino al contrario: esta actitud obliga a un individuo a observar constantemente puntos de mejora y retroalimentarse efectivamente. Las personas con pensamiento positivo no necesariamente son felices todo el tiempo, ni ven el mundo con un tinte rosa; más bien experimentan múltiples emociones tanto positivas como negativas. Lo diferente es cómo asimilan el día a día y la óptica que tienen de la situación.

De este modo, así como encontramos personas positivas, podemos encontrar en las empresas orientaciones en su cultura que tengan este sesgo, reflejada en su actuar cotidiano, en la toma de decisiones, y principalmente en su forma de comunicarse.

Cómo generar un pensamiento positivo en la organización

Los viejos y arraigados hábitos son muy difíciles de cambiar de la noche a la mañana, pero ésta no tiene que ser una tarea imposible, debemos reconocer que nuestra tendencia natural es tratar de ser “realistas”, “esperar lo peor”, y pocas veces nos damos el tiempo para visualizar otros escenarios.

Lo primero para generar un cambio de pensamiento es querer cambiar, después planear e involucrar a la gente adecuada, para luego establecer pequeñas metas e iniciar poco a poco.

Alguno de los puntos a tomar en cuenta cuando decidimos cambiar el pensamiento positivo en nuestro equipo u organización pueden ser:

Cambiar el lenguaje: 

Todo comienza en la forma como nos comunicamos. Es la condición más rápida para permear este nuevo cambio de enfoque, por ejemplo, cambiando frases como:

“Es tu problema” por “tenemos un reto”.

“Problema” por “área de oportunidad”.

“No se puede” por “intentemos cosas diferentes”.

“Siempre nos sale mal” por “esta vez será diferente”.

Enfocarnos en nuestras fortalezas:

Enfocar nuestros esfuerzos en reconocer tanto las fortalezas del individuo como de la organización, así como enunciar y valorar lo positivo.

Buscar oportunidades de reencuadre:

Todos somos buenos en encontrar “el negrito en el arroz”, de listar todo lo que pudiera salir mal, motivos para no hacer las cosas, etc. Pero es mejor “re encuadrar” situaciones, esto es, detenernos, dar un paso atrás ante una situación, tomar perspectiva y ver todos los escenarios posibles para elegir un enfoque positivo de la realidad.

Valorar el trabajo en equipo:

Todos sabemos la importancia del trabajo en equipo, conocemos sus ventajas y lo necesario que es, pero poco hacemos para fomentar una verdadera labor conjunta.

Estrés positivo:

El estrés es causado principalmente por situaciones de incertidumbre. Es importante ver el stress como algo positivo, algo que nos mueve e impulsa. Las situaciones de estrés son inevitables en el día a día, lo que es evitable es la manera en cómo las enfrentamos.

Altos niveles de estrés y presión producen resultados de muy corto plazo y costos ocultos, así como falta de compromiso y propensión a ocultar errores.

Entre los beneficios de construir, formar y mantener organizaciones con pensamiento positivo tenemos la preparación de “tierra fértil” para motivar el cambio, ya sea provocado o necesario; mejorar dramáticamente el clima organizacional; incrementar el compromiso de los colaboradores hacia la organización y entre ellos mismos; reducir el estrés “negativo”; optar por un aprendizaje sistemático, ya que un ambiente de confianza mejora los niveles de salud general y reduce el ausentismo y la rotación de personal.

Como individuos también podremos tener un programa personal de pensamiento positivo con pequeños cambios que nos hagan sentir mejor, por ejemplo:

Iniciar buenos hábitos: 

  • Comer y dormir bien, hacer ejercicio regularmente, ser agradecido.
  • Observar tus pensamientos.
  • Mejora tu puntualidad.
  • Ten refuerzos positivos.
  • Identifica un grupo de apoyo.

Las personas positivas son creativas por naturaleza, buscan y encuentran soluciones diversas, ven los obstáculos de diferente manera. Para ellas una barrera no es un obstáculo sino una plataforma para tomar impulso.


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